SINOPSIS
En 1973, un grupo de militantes populares iniciaron un proyecto de alfabetización de adultos en el Barrio Villa Obrera, en las afueras de la ciudad de Centenario, provincia de Neuquén. Tomando en cuenta las experiencias cubanas y las desarrolladas por Paulo Freire en la década del ’60, los alumnos aprendieron a leer y escribir, teniendo en cuenta que éstas son herramientas de transformación social. A medida que avanzaba el aprendizaje, los vecinos organizados construyeron una guardería, para que las madres que trabajaban pudiera dejar a sus hijos y realizaron la conexión a todo el barrio del agua potable. Esta iniciativa, que surgió de los mismos pobladores del barrio, fue filmada por Raúl Rodríguez, fotógrafo profesional, con el objetivo de realizar una película que sirviera para otros barrios, además de dejar el testimonio de las tareas realizadas. Los rollos viajaban a Buenos Aires para ser procesados y una vez de vuelta, Raúl los proyectaba en el barrio. Durante el gobierno del Dr. Cámpora, se le dio gran impulso a la educación de adultos. En un país donde todo parecía posible, un grupo de jóvenes militantes encargados de la capacitación de los educadores, se entrevistaron con el Ministro de Educación, Dr. Jorge Taiana, para coordinar la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR). En esa reunión le pidieron al ministro que Paulo Freire viniera a capacitarlos. Unos días después, el educador brasileño se reunió con ellos en Buenos Aires. Con la Campaña Nacional en funcionamiento, en todo el país se comenzaron a realizar experiencias de educación popular. Con coordinadores regionales, se intentó que la escuela no estuviera en un lugar fijo, sino que fuera donde el alumno se constituye como sujeto político. Estos centros educativos, además de promover la solidaridad entre vecinos y realizar obras comunitarias, sirvieron para cuestionar la burocracia sindical y la corrupción de los políticos.Pero la llegada de la “Triple A” y el golpe posterior diezmaron estas organizaciones populares. La alfabetización era vista como un acto subversivo y muchos de los que participaron fueron perseguidos. Las cintas de Raúl Rodríguez quedaron por muchos años guardadas, primero en un laboratorio, después en un placard. 30 años después, USO MIS MANOS, USO MIS IDEAS rescata esas imágenes y los testimonios actuales de quienes participaron de la experiencia, precursora de las campañas nacionales de alfabetización. Una experiencia que se nutrió del apoyo popular y se propuso transformar el concepto clásico de educación, a cambio de una lectura crítica de la realidad. Y un día surgió la pregunta ¿para qué queremos aprender? Y ellos mismos, en sus cuadernos, fueron capaces de escribir la respuesta Para aprender ortografía (Carmen) Para trabajar en mejores condiciones (Carlos) Para terminar con la explotación (Rosa) Para saber defendernos Manuela) Para concientizarnos, yo, mi mujer, mis hijos y mis compañeros (Genaro) Para que nadie nos engañe más (Tivina) Para que no nos jodan más (Ana)